Hoy me veo aquí, después de tanto tiempo, dispuesta a desnudarme por completo, de nuevo. Dispuesta a dejar la puerta encajada, para que vayas entrando poco a poco, sin prisas, pero siempre pidiendo permiso.
Donde antes sólo había cerrojos, llaves, y más llaves, puertas cerradas, a cal y canto, ahora existe una rendija. Una rendija por donde entra la luz.
Y dicen que la luz es rápida, veloz... Se cuela allí por donde encuentre espacio, iluminando la más negra oscuridad. Así que es mejor dejarla entrar.
Que entre, que bañe todo cuanto encuentre a su paso. Todo depende de la luz con la que se mire, los sentimientos alegres brillan, los colores cambian, de veras que lo hacen. Viran del verde al oscuro, dejando por el camino todo el abanico de colores, esperando a ser vistos con la luz adecuada.
PD: Dedicado a la alegría.