Lo bueno se hace esperar.
Eso dice el refrán, ¿no? Esperamos y esperamos. Esperamos de todo en esta vida, esperamos agradecimientos, notas, correos, regalos, mensajes, llamadas, dinero... Esperamos.
Pero son cosas sin importancia. Lo verdaderamente importante, es esperar a una persona, con todo lo que ella acarrea: palabras, caricias, miradas, besos...
Besos.
Todo el mundo dice que los mejores besos son los robados. Mentira. Los mejores besos son los que no se dan, una y otra vez, durante mucho tiempo, hasta que al final, brotan a los labios que tanto los esperó.
Y brotan con ganas, con suavidad, con fuerza, con cariño, con nerviosismo, con seguridad, con todo a la vez y más. Más y más. Uno tras otro, todos aquellos que durante años fueron reprimidos. Y aún así, todos fueron insuficientes...
Insuficientes.
Insuficientes las palabras. Por más que se intente explicar, siempre serán insuficientes. Satisfacción, felicidad, regocijo, alegría, orgullo, triunfo... Llamadlo como queráis, pero para explicar la sensación de conseguir un beso que esperaste durante tanto tiempo, cualquier palabra es completamente insuficiente.