Verás, es muy sencillo.
Cuando te tengo, no lo aprecio. Cuando no te tengo, te echo de menos. Aunque... Pensándomelo mejor, cuando no te tengo, lo que tengo son celos. Celos de todo aquello a lo que le dedicas tu tiempo. De tu cama, de tus amigos, de tu perro al que acaricias con cariño, del coche que te lleva a tu antojo allá a donde quieres... Celos incluso de la brisa que se cuela por tu ventana y te hace temblar de frío alguna que otra vez.
No sé muy bien cómo, ni cuándo, ni porqué... Pero ya no hay vuelta atrás, nunca la hay... Aunque en realidad, lo prefiero así.
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