"No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante", dice el refrán.
Falso.
Hay males que duran cientos y cientos de años, se eternizan. ¿Por qué? Fácil.
Nos empeñamos en dejar el libro de nuestra vida ahí, abierto, con la página marcada, grabada a fuego.
Está claro que si nosotros no queremos pasar página, nadie lo hará, y mucho menos, se pasará sola, como por arte de magia. No.
Cuando menos piensas, sale el Sol. Ya sabes, "después de la tormenta siempre llega la calma". Pero no basta con saberlo, con que te suene la canción, hay que desearlo de verdad. Hacer de tripas corazón, levantarte y decir "lo mejor siempre espera: ADELANTE".
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